sábado, 6 de octubre de 2018

El sueño de todo trailrunner: Finisher UTMB.

La crónica de esta UTMB se remonta varios años antes de participar en la prueba, concretamente desde el momento en que buscas conseguir los puntos para participar en la misma. Una vez conseguidos estos hay que entrar en el sorteo, a la primera no hubo suerte, a la segunda si salimos seleccionados.

Conseguido todo esto, ahora toca entrenar para la prueba. Meses antes, una pequeña molestia en los talones que no se soluciona y se termina por convertir… en una gran molestia. Tras las pertinentes radiografía y ecografía le ponemos nombre al problema: Entesitis. Descanso, entrenamiento sin impacto, masajes, ondas de choque, punción seca, EPI…nada. No se soluciona ni de momento se ha solucionado, tan solo una infiltración me deja participar en la prueba.

Con ese panorama, sin hacer prácticamente ningún entreno ajeno al dolor, a duras penas y nada de disfrute hago la maleta. Hasta unos días antes no tengo ni idea de cuando viajo, en que compañía, que necesito, como es la prueba…nada. No tengo claro si podré participar y prefiero aislarme del asunto.
Así llegamos a Chamonix. Un bonito y pintoresco pueblo entre montañas que merece la pena visitar. El ambiente es brutal. Allí todo son camisetas finisher y pantaloncitos Trangoworld. Nadie con un vaquero y un polo, jeje. Como curiosidad, me cuesta entender que el Mont Blanc esté a 4810 metros, desde Chamonix, aunque imponente y majestuoso, no se ve tan alto. Cuestión de perspectiva, supongo.




La semana se me hace eterna, desde el lunes la meta va recibiendo casi incesablemente corredores de las diferentes pruebas que contiene el evento. Todos van entrando en ella…y yo sin salir. Algo de ansiedad me genera, la verdad. Los días antes toca hacer de turista y seguir al amigo Román, que consigue el chaleco finisher de la TDS.
Por fin es viernes y ahora sí, me toca correr a mí. Todos los días con calor…y justo ese día, lluvia. Además, activan el kit de frío, se espera sensación térmica de menos 10 grados. Guay. Así arrancamos desde la Plaza del Triángulo de la amistad. Ese momento quedará grabado para siempre en nuestras retinas. Cuantas veces habremos puesto el “Conquest of Paradise” de Vangelis para visualizarnos en ese lugar…y coño, ¡Allí estamos! En la cumbre del trail mundial. La salida es simplemente la más mágica que se pueda imaginar, creo que habré visto el vídeo unas 50 veces y no me canso. Hay que vivirlo. De verdad, vete y disfruta ese momento. Pero vete con tiempo, dos horas antes, de lo contrario…lo más que podrás acercarte al arco serán unos 250 metros. Por cierto que, si afinas el oído, en el minuto 4:07 se escucha a mi amigo y speaker en la prueba Eoin Flynn decir "muchísima suerte Angel, de Gran Canaria, de Canarias, de Teror". ¡Gracias amigo!

Con el amigo Yoni antes de salir.


Salimos…y sigue siendo alucinante todo. ¡La gente no se acaba nunca! Casi en volandas vamos hasta el kilómetro ocho, llaneando y bajo una ligera lluvia que poco a poco va empapando y que nos acompañaría toda la noche. La primera subida la hacemos de día por una pista de Esquí y de ahí al primer avituallamiento en el que prácticamente hay más ambiente que en cualquier meta de cualquier carrera. Este hecho se repetiría casi en cada avituallamiento. En la segunda parada “Les Contamines Montjoie” (me encanta el nombre de este pueblo) me abrigo. No tengo frío, pero todo el mundo va empapelado como si fueran cebollas y básicamente por imitación lo hago yo también. Si se abrigan alemanes, suecos o finlandeses, un canario tendrá que hacerlo también, pienso.
 


…y durante toda la noche paso calor.
Subimos al Col de Bonhomme al golpito, que esto está empezando. No sé si las vistas son bonitas o muy bonitas porque es de noche. Esta nos acompaña hasta la arista du Mont Favre aproximadamente. Llego a Col de Checrouit a las 7 y media y hay un concierto. Mola. De ahí bajada técnica a Courmayeur donde los cuádriceps van aprendiendo lo que es la UTMB.
Courmayeur, punto estratégico según cuentan todos y equidistante a Chamonix. Es decir, mitad de carrera aproximadamente. Solo queda darle la otra media vuelta al Mont Blanc. Llego bien, fresquito y con ganas de seguir, cero problemas. Almuerzo (a las 8 y 20 de la mañana) y seguimos.

 

Subida guapa al refugio Bertone y de ahí por un senderito muy bonito y divertido al refugio Bonatti (el del chubasquero). Desde aquí las vistas al Mont Blanc son un lujo. Pasado este punto empieza a soplar el viento y me abrigo nuevamente (otra vez era el único en manga corta). En Arnouvaz veo el cartel informativo (en cada parada tenemos información del siguiente segmento, perfil, desnivel, etc) y veo que voy a subir en dos kilómetros y medio casi 1000 metros. Pues nada, vamos pa´rriba. Hace fresquito en esa cima a 2400 metros en la que nos despedimos de Italia y saludamos (es un decir porque no se ve nada por la niebla) a Suiza. Desde aquí a Champex Lac descenso muy cómodo con otra pared vertical al final. Pero seguimos.

"El deja vu". Hace un año un chico en una carrera en Asturias me dice, al ver el logo en la camiseta, que la Estrella Galicia es buena cerveza, tras eso hablamos y hacemos parte de la carrera juntos. Aquí otro chico viene y me hace idéntica pregunta...y si, resultó ser el mismo. Un año después nos vemos en una carrera y compartimos kilómetros. ¡Un placer amigo Pedro!
Champex Lax. Kilómetro 125. Llevo 24 horas corriendo. Dicen que la carrera empieza en este punto. Yo creo que son chorradas…pero tienen razón. De aquí para atrás la UTMB es una carrera y a partir de ahora será otra totalmente diferente. He disfrutado y me he divertido en unos 125 kilómetros con un desnivel brutal…pero bastante llevaderos y nada técnicos. Todo lo contrario a lo que nos espera de aquí en adelante. Afortunadamente no lo sabía, y menos mal, porque a estas alturas aparecía una molesta ampolla que no me puedo pinchar porque no es superficial, en cada parada si me enfrío empiezo a tiritar porque tengo algo de fiebre y además voy bastante “sollado”, que decimos en Canarias. Me quedan 50 kilómetros imitando a un híbrido de John Wayne y Chiquito de la Calzada. ¿Me retiro? Esa pregunta nunca se me pasó por la cabeza. Estoy en una carrera que ya dura varios años y solo me queda, en sentido figurado, un kilómetro, así que me tienen que pegar un tiro para que tire la toalla.
La subida es una vertical durísima y la bajada a Trient una tortura de lo técnica que es. A esta localidad suiza llego mosqueado, ya que cuando creo que voy a arribar a tenor de lo que me indica el gps, aparece una señal que avisa de que nos restan 45 minutos para alcanzar dicho pueblo. Otra vez no puedo parar mucho porque empiezo a tiritar y ya voy rumbo a Vallorcine. Subimos 600 metros en 2 kilómetros (la penúltima locura) y afortunadamente la bajada es algo más sencilla esta vez.

Vallorcine. Esto está casi hecho. La organización ha avisado días antes que no iremos por el recorrido fijado sino por la pista de esquí. Más fácil, pienso. Iluso…
Queda, básicamente, lo peor. Un camino muy cruel. Otra subida “curiosa” seguida de una ¿bajada?, lo pongo entre interrogantes porque directamente no había camino, búscate la vida entre las millones de raíces para bajar casi campo a través (tanto que tardo una hora en hacer un kilómetro, la ampolla y sus amigas las rozaduras no me dejan ir más rápido y en cada paso veo las estrellas) y a volver a subir primero por un camino donde no dejo de ver viejas, niños, brujas, pescadores…que resultan ser piedras y luego la famosa pista de esquí, que aparece casi al final y que es más empinada que el resto.
Volviendo a las visiones, a muchos en las ultras le ha pasado este fenómeno, a mi era la primera vez. Vi un hurón saliendo de una mochila que me saludaba muy atentamente (supongo que sería la manga de un cortavientos, pero yo vi un hurón), salchichas a la brasa en el suelo (que resultaron ser piñas) y gente, mucha gente, en lo que finalmente eran piedras.
6 y media de la mañana. La Flegere. De aquí al final todo es bajada. En Vallorcine (2:15am) la app me calculaba que estaría en meta sobre las 7. ¿5 horas para hacer 18 kilómetros? Voy jodido, pero no será para tanto… iluso. A todo esto, en ningún momento me ha dado sueño, curioso.
La última bajada se me hace eterna, si vamos a descender 1000 metros en 8 kilómetros, no entiendo por qué vamos atravesando inmensas rectas, no entiendo por qué voy paralelo al Mont Blanc y no entiendo por qué no se ve Chamonix. Voy caminando despacito, con cada paso veo las estrellas. Llegar voy a llegar, pero no tengo ni idea de cuando. Estoy acostumbrado a ir adelantando a decenas de participantes en la parte final de todas las carreras y aquí me están pasando hasta abuelitas. De la impotencia se me salen las lágrimas y me entristece un poco que nadie se pare a preguntarme que me pasa y si estoy bien (cuando está en el reglamento y es obligado bajo pena de exclusión).

Estado lamentable en el que entré a meta.
 

Domingo 2 de Septiembre. 8:14 de la mañana. Treinta y ocho horas, trece minutos y veintinueve segundos después, soy finisher de la Ultra Trail du Mont Blanc. Me sorprende el tremendo salto exponencial. La regla de tres no funciona en este caso. Si en transGC, 120 kilómetros, hice 18 horas, aquí con 50km más… ¿20 horas más? Pues sí, amigo.
Y esa fue mi historia dándole la vuelta al Mont Blanc. Una experiencia bicéfala. 125 kilómetros de disfrute y 50 de agonía.
Agradecer el apoyo a Aguas de Teror y a Cima Running. Dar las gracias a todas las personas que me estuvieron siguiendo a través de la página oficial y de las redes sociales. Días después, disfrutando de la romería del Pino, me vi hasta abrumado de tanta felicitación. De verdad que infinitas gracias a todos, no lo esperaba. No los nombro a todos porque me dejaría a cientos atrás. Dense por aludidxs todxs. Especialmente gracias a Elisa y Román, que tuvieron que aguantar mi cabreo en Trient y me siguieron por todo el camino. Y gracias y felicidades por ser finisher de la UTMB a mi señora. De verdad que no hay palabras, seguir a un participante en una prueba como esta es durísimo, y ahí estuvo ella. Si no supiera que ella está en el siguiente punto, la dificultad de la prueba se multiplicaría por 20. ¡Gracias!

 

Epílogo: Tenía claro que esta era la última ultra en mucho tiempo. Si, todo es muy bonito y de color de rosa a 100 metros de la meta, pero para llegar a eso hay muchos madrugones, muchas horas bajo el sol o bajo la lluvia, un sacrificio brutal…y no sé si compensa. No sé si vale la pena. No sé si es mejor invertir ese tiempo en otras cosas, en aprender inglés, en formarme, en emprender otro negocio. Pero…una semana después ya estoy viendo perfiles y recorridos de otros eventos que me intentan seducir. ¿Qué tipo de adicción macabra es esta?
Au revour Chamonix. ¿Volveré? Yo apostaría al si.

Datos Técnicos:

Prueba: Ultra Trail du Mont Blanc 2018. 31 de Agosto, 1 y 2 de Septiembre de 2018.

Kilómetros: 171. 10000 desnivel positivo.

Tiempo: 31:13”29

Posición: 555 general. 222 senior m. 1778 finishers. 2561 participantes.

Velocidad Media: 4,5 Km/h

Ganadores: Xavier Thevenard (20:44"16). Francesca Canepa (26:03"48).

Clasificaciones
https://utmbmontblanc.com/es/page/107/107.html


Material utilizado:
Zapatillas: Hoka One One Mafate Evo 2.
Textil: Camiseta Tuga / Camiseta SportHG, pantalón Dynafit, calcetines Stance. Chaqueta Bonatti.
Accesorios: Gorro Buff, Fronta petxl Myo, Chaleco Salomon Advanced Skin 12 litros, bastones Ferrino Eiger.
Reloj: Garmin Forerunner 935.
Nutrición: Geles 226ERS (Frutas del Bosque), Pastillas de sal 226ERS, Hydrixir Antioxidante Overstims, Endortargo, Recovery 226ERS, Gatosport. Datiles con jamón. Caldo, mucho caldo.

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